En general, los brasileños tienen la característica de ser más correctivos que preventivos. En el ámbito de la gestión de riesgos en el transporte de mercancías no es diferente. Con casi 1.700.000 kilómetros de carreteras, por las que pasa más del 60% del volumen de mercancías transportadas en el país y en las que se producen a diario innumerables incidentes, el uso de los recursos preventivos por parte de las empresas es fundamental. Según la Asociación Nacional de Transporte de Cargas por Carretera y Logística (NTC&Logística), los estados de São Paulo y Río de Janeiro lideraron juntos los casos de robo de cargas, sumando el 80,66%* de las ocurrencias en 2016.
«El problema es que cuando ocurren incidentes de este tipo hay que luchar de urgencia. Sin embargo, las empresas olvidan que pueden volver a ocurrir y que hay otros costes implicados, además de las pérdidas, que superan el valor de la carga transportada», señala Luciano Póvoa, gestor de riesgos de transporte de Herco, consultora de riesgos y socia de MDS.
Toda actividad tiene posibilidades de fracasar y los errores pueden salir caros. Por ello, la prevención es la mejor solución para evitar sorpresas desagradables. En este caso, la gestión de riesgos aparece como una forma de blindar las pérdidas financieras y los daños a la imagen. Aun así, si todo lo planeado se sale de control, las organizaciones pueden recurrir a la póliza de seguros como forma de minimizar las pérdidas.
Medidas de prevención
Mapear la logística y los riesgos, establecer procesos, definir medidas de protección y disponer de normas de conducta son las principales estrategias para gestionar con éxito los riesgos en una empresa. La planificación debe seguir un método estructurado que se rija por etapas: inicialmente, se realiza una evaluación detallada de las pérdidas financieras dentro del proceso logístico, causadas por robos, accidentes, daños, pérdidas, etc. «Es importante subrayar que, además de las pérdidas financieras, hay otras ocultas que a menudo pueden ser más devastadoras, como los riesgos para el medio ambiente y la sociedad, la reputación respecto a la imagen de la empresa, la pérdida de productividad o de contratos debido a la ruptura de la misión», subraya Póvoa.
Una vez realizada la planificación, la empresa debe identificar dónde se están produciendo los daños, dando prioridad a los mayores o más comunes. «Si los robos durante las pernoctaciones en las gasolineras son frecuentes, por ejemplo, ¿es posible cartografiar e identificar los puntos más seguros o es necesario contratar un recurso de despido? Si el problema está en los accidentes en tramos largos, hay que entender la dinámica de cómo se producen analizando las causas y los factores que contribuyen, empezando por un programa específico de tratamiento», explica el directivo.
Con el diagnóstico, llega el momento de la aplicación de medidas y del seguimiento para ver si se está ejecutando todo lo previsto o si se necesitan mejoras o cambios. «En resumen, el trabajo de gestión de riesgos consiste en identificar, analizar y recomendar medidas preventivas y mitigar constantemente los riesgos existentes», afirma Póvoa.
Contratación de seguros en la práctica
La protección de la empresa frente a pérdidas imprevistas depende de la calidad de la cobertura del seguro y del servicio prestado por el corredor. Normalmente, este tipo de seguro consta de una cobertura básica, que se contrata automáticamente, y de coberturas adicionales, que suelen responder a las necesidades específicas de cada cliente.
Hay aseguradoras que, además de contar con un equipo técnico especializado para atender los seguros contratados, las cotizaciones y la coordinación de siniestros, tienen alianzas con consultoras de riesgos. «De ahí la importancia de estas compañías que, junto con la aseguradora, pueden monitorizar la dinámica de los riesgos durante toda la vigencia de la póliza, proponiendo cambios que beneficien a ambos extremos del negocio», concluye Luciano Póvoa.